Quejas vecinales ¿cuáles son los problemas más frecuentes?

Vivir en compañía de otras personas siempre resulta complicado y es motivo de conflictos, puesto que nuestras aficiones y costumbres suelen ser diferentes y muchas veces difíciles de compatibilizar en la convivencia diaria. La falta de espacio para construir en las ciudades ha contribuido a reunir cada vez más vecinos en viviendas independientes que forman parte de un mismo edificio, generando Comunidades de Propietarios cada vez más amplias. A mayor número de convecinos y contacto más cercano, pared con pared o techo con suelo, mayor es la probabilidad de que surjan conflictos y quejas.

Es obvio que causar de forma continua molestias objetivas dentro de una comunidad de vecinos puede estar sancionado, porque así lo estipula la Ley de Propiedad Horizontal. Acabar con esas molestias puede ser tan simple como que el requerido le haga caso al Presidente de la Comunidad cuando le pida que pare con sus actividades o tan complicado como acabar en juicio que depare sanciones como indemnizar al resto de vecinos por daños y perjuicios, o incluso ser privado del uso de la vivienda propia hasta un máximo de tres años, en el peor de los casos.

En cualquier caso, existe todo un abanico de quejas y problemas y no todos tienen la misma gravedad, ni la misma solución, pues existen distintas categorías de infracción desde las actividades consideradas molestas sin más, hasta las que ya ascienden a insalubres, nocivas, ilícitas y peligrosas. Se pueden citar algunas quejas que son recurrentes en la mayor parte de las Comunidades de Propietarios.

Los ruidos. Probablemente sea el motivo de la mayoría de las quejas. En este caso, la legislación marca límites muy específicos, de modo que no se pueden sobrepasar 55 decibelios de 8 de la mañana a 21 horas, ni 45 decibelios durante la noche. La siempre molesta realización de obras debe producirse siempre en horario diurno y con aprobación municipal. Lógicamente, hablamos de excesos continuados, no denunciar a alguien por una noche de fiesta. Molestias equiparables a éstas son las de los malos olores y humos.
La instalación de ascensores. Otra de las quejas más habituales cuando unos quieren hacerlo y otros se niegan. Antes era necesario aprobarlo por al menos el 60% de los propietarios, pero en la actualidad basta con el 50%. Todos los vecinos estarán obligados a correr con el gasto, incluidos los de los pisos más bajos, si no son excluidos expresamente o no se contempla en los Estatutos. Si existiera algún propietario con minusvalía o porcentaje alto de movilidad reducida, ni siquiera hace falta mayoría: esas obras de accesibilidad son obligatorias.
Las obras en general y derramas extraordinarias. Pues, de nuevo nos encontramos con la fuerza de la mayoría si esas obras en zonas comunes son necesarias, por ejemplo, para cambiar bajantes o mejorar las instalaciones y todos los vecinos deberán pagar su cuota correspondiente en las mismas.
Las antenas. Igual ocurre en este caso cuando, por ejemplo, algunos quieren instalar una parabólica comunitaria. El voto del 33% sería suficiente para instalarla. Eso sí, los que no quieran no tienen por qué pagar la instalación, pero tampoco pueden usar la infraestructura.
La morosidad de algunos vecinos. Cuando existen morosos resultan un problema para la Comunidad. Si persisten en su actitud, esos vecinos pueden ser denunciados y acabar incluso siendo embargados de su vivienda.
La negativa a asumir cargos en la Comunidad. Si en los Estatutos se establece que el cargo de Presidente sea rotatorio, sin que ningún propietario pueda negarse, no hay manera de escabullirse. Salvo que sea aprobado por un juez que aprecie la verdadera existencia de una causa de fuerza mayor.